SEMANA SANTA PARREÑA

El olor a cal, a pintura y a limpio es el preámbulo de que la Semana Santa se aproxima en nuestro pueblo de La Parra, porque es en los albores de la primavera, cuando es costumbre hacer limpieza especial en las casas. No queda una fachada sin blanquear para dar sensación de pulcritud al procesionar los pasos.
En nuestro pueblo no hay comidas típicas de estas fechas pero sí unos dulces característicos de la época. Son los prestiños y las roscas del candil que las manos laboriosas de las amas de casa se esmeran en fabricar minuciosamente y con la mayor delicadeza. La presencia de estos manjares, se detecta por el olor intenso a clavo que inunda las calles y que nos anuncia, también, que la Semana Santa está cerca.
Los parreños hombres y mujeres de fe firme vivimos intensamente esta semana mayor participando en todos los actos que se programan.
Una de las procesiones más significativas es el Vía Crucis que se hace el Viernes Santo por las calles del pueblo con la imagen de nuestro querido Cristo de las Misericordias, aunque la más espectacular por la afluencia de personas que asisten y la más vivida es el Entierro de Cristo, donde solamente los varones procesionan con gran solemnidad. Ningún parreño, por pequeño que sea, se queda en casa o se limita a verla pasar, a no ser que esté impedido. Las esquinas, los balcones y las plazas se abarrotan de mujeres para contemplar y admirar el recogimiento de este acto.

Al igual que los hombres, las mujeres la misma noche del Viernes Santo tienen la procesión de la Soledad, llamada "del Silencio", silencio que sólo se rompe con el canto de las saetas que brotan del corazón de fieles que lo tienen ofrecido.

Una procesión muy peculiar de nuestro pueblo, es la "del Encuentro" que se hace el Domingo de Resurrección. La Virgen sale de la iglesia el sábado por la tarde y se lleva a casa de una familia que vive cerca de la plaza de Santiago, donde va a ser el Encuentro. Esta familia la adornan y la velan toda la noche hasta el domingo por la mañana que despertamos con el retumbar de los tambores que anuncian que viene la imagen del Resucitado. Cuando entra el Resucitado en la plaza, sale la Virgen de la casa donde se ha hospedado durante la noche y va al encuentro de su Hijo, acercándose a Él con paso marcial. Al llegar a su altura, parece inclinarse y darle un abrazo. Se suele hacer tres veces. La plaza, llena de gente, explosiona en un fuerte aplauso al saludo de la Virgen con su Hijo, manifestando con este aplauso que todos estamos llenos de alegría sabiendo que Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte.

Escrito por: Dña Tasita Santos Santos.